-BASURA HUMANA-

Los días emocionalmente grises, masturbadores de conciencias oprimidas, tristes y de lluvia sollozante, los días en que nadie osa alzar la voz con miedo a resquebrajar el firmamento y precipitar al vacío los millones de estrellas que lo copan hasta el infinito, los días en que me levanto con ganas de gritar hasta la desesperación más absurda, de romper con la estupidez cotidiana violentando a las sombras que me acompañan en mi camino, los días en que siento cómo la rueda de la vida me aplasta, dejándome a veces sin aliento, otras sin apenas respiración y, los más, sin ganas de seguir el camino que el destino nos marcó al nacer, los días como hoy, me absorben.

Y reflexiono mil veces.

Y escribo otras mil para borrar cientos de líneas; y, de nuevo, reescribo lo que borré, palabra a palabra. Y sigo reflexionando sobre el error, en aquel golpe de timón que tiró al mar mis instintos de supervivencia adolescente, sobre las mil veces que volveré a equivocarme en la vida.

Y la pedantería con que cada uno asume el papel de víctima, de héroe o de mera superficie porosa, absorbente de conocimientos ajenos, me hiela el corazón. ¿Y la soledad inherente al sentimiento del culpable? ¿del terrorista que ajeno a los demás se esconde para no ser humillado en una celda de castigo? ¿no será esa celda la vida en si? ¿un escarmiento? para unos sí, para otros no, desde luego.

A veces, en lo cotidiano, surgen momentos de indecisión que nos dejan aturdidos ante la próxima bofetada que la existencia nos va a dar. Hay quien esquiva atléticamente tal bofetón, y hay quien, temeroso, ofrece la otra mejilla. Me merecen singular atención los que sentados en una silla destartalada esperan, con atención, a que la vida vaya dando vueltas, y con cierto sarcasmo se ríen de cada revés que sufren. De cada uno salen más y más fuertes. La experiencia, dicen, me ha enseñado a reírme de mí mismo. Mañana muero y eso es todo lo que me puede pasar... ¿quien osa despertarme hoy con semejante humor? Espero que el que lo haga deje una pequeña limosna en el vaso de cartón que dormía junto a mí.