Las Moskas opinan:
Por fin Sam Raimi vuelve a sus orígenes, dejando de lado peliculas referentes en el circuito comercial como
Spiderman,
Rápida y Mortal, etc para centrarse en un género que ya le llevó a ser
parte de la historia del cine Gore y de Terror con la saga
Evil Dead (Posesión Infernal), allá por los 80.
Parece que por fin alguien despierta del letargo de la inmundicia cinematográfica y de los remakes de películas extranjeras para devolver al género ese estilo gamberro propio del Raimi que nos volvió locos con aquellos filmes
de serie B que inundaban las pantallas junto a las películas de Troma.
Y es que el viejo Raimi ha vuelto a hacer las paces con sus fans gracias a este film, ¿por qué? porque es sencillamente una película de terror a la vieja usanza, con sustos por doquier, con unos efectos especiales perfectos (made in Nicotero),
una excelente puesta en escena y un saber hacer que sólo Raimi puede llevar a cabo. Aunque ciertamente abusa de muchos tópicos, le devuelve a uno la sonrisa a cada instante, recordando en muchas ocasiones a la mismísima
"Evil Dead", para muchos
su obra maestra.
Es evidente que aquel que no conozca a Raimi desde sus inicios quedará perplejo ante tal película, me refiero a los seguidores de la saga de Spiderman, y no sabrá como digerir esta genial "Arrástrame al infierno". Un poco como el otro hijo pródigo del cine gore: Peter Jackson, que
renegó de sus obras maestras "
Bad Taste" y "
Brain Dead" para dedicarse a las memeces del "
Señor de los anillos" y demás retos comerciales que le iban labrando carrera en Hollywood. Y es que aquellos que hemos mamado de las películas de estos dos geniales directores, nunca nos hemos resignado a que
algún día volverían a sus orígenes. En el caso de Raimi su
reentré ha sido perfecta, ahora le toca el turno a Peter Jackson.
Desde su inicio hasta el final, la película es como una montaña rusa, sales de una para entrar en otra, alcanzando un nivel embriagador a mitad de película que no te deja despegarte de la butaca del cine en ningún momento, ni si quiera para situar tu lata de refresco y tomar un trago. Como si de un cómic se tratara
dibuja a los personajes haciéndolos entrar en lo grotesco, sin dejar de herir la sensibilidad del espectador con sesiones interminables de vómitos a lo "
Demons", sangre y demás líquidos viscosos, pero sin entrar nunca en el hiper-realismo de las películas de, por ejemplo, Alexandre Ajá. Una narración impoluta que sale de un guión
realizado junto a su hermano Ivan Raimi, sin pretensiones, con sentido del humor y situándose en la actual situación económica que sufre el país.
Raimi ha vuelto y no lo pudo hacer mejor, ¡larga vida al Rey!