Las Moskas opinan:
En pleno apogeo del cine de zombies y en el máximo esplendor de la productora Troma, está claro que ni siquiera el cine australiano se escapó de intentar sacar tajada del negocio. Y digo intentar
porque esta película es una de las míticas películas casposas que suponen el perfecto ejemplo de lo que es una película mala de cojones.
La gran parte de la misma pasa entre largas conversaciones sin interés entre los paletos del pueblo, aborígenes australianos y jefes de empresa. De vez en cuando sale algún zombie caracterizado al más puro estilo
vampiro con colmillos y todo y con la cara pintada de verde; además sorprendentemente odian la luz... La lentitud con que van sucediéndose los hechos desembocan en un final de lo más frustrante donde unos zombies luchan con otros de
la manera más gilipollas del mundo. Además muchos de los zombies/vampiro (porque uno no sabe cómo calificarlos) son extras que mueren una y otra vez, además que los que salen en segundo plano muchas veces no van ni maquillados. Quizás los únicos momentos
destacables dentro de la inmundicia de este film es cuando sale el japonés vestido de samurai, todo lo demás es una pérdida de tiempo. Incluso la mayor parte del tiempo (como los muertos estos de risa odian la luz) la película transcurre de noche, con lo cual
uno se pasa la misma entornando los ojos para ver mejor lo que pasa.
No es de extrañar que el director no hiciera más películas a partir de ésta, supongo que por ética (ejemplo que debería seguir Uve Boll) y respeto hacia los fans del género. Desde aquí nuestra más sincera enhorabuena por haber perpretado una de las peores
películas del género y haber tenido los santos cojones de comercializarla. Pero lo mejor de todo: Gracias por dejar la vocación de director de cine, los amantes del género te lo agradecemos enormemente.
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